10 febrero 2011

Mi esposa y yo hicimos equipo

Hace poco mi Gota (el apodo que con cariño le puse a mi compañera de vida, mi esposa), mi Borlo y yo fuimos a visitar una tienda departamental. Era apenas la segunda vez que íbamos los tres juntos. Al llegar, ella y yo acordamos que primero sería mi turno de cargar y/o traer de la mano al niño mientras ella escogía algunos artículos. El bebé, naturalmente, estaba encantado con tantos colores, luces y pantallas y no hallaba por dónde empezar a curiosear.

Caminando por los pasillos fuimos a dar a la sección de juguetes.
Y una vez ahí, el niño se prendó de un cochecito eléctrico rojo al que estaba decidido a treparse hasta que mi mano se lo impidió. No estaba en nuestros planes comprárselo, así que no le permití que se subiera. Decidí hacerlo con el fin de comenzar a educarlo en el respeto por las cosas ajenas. El niño no puso mucha resistencia y comenzó a merodear por el resto del departamento, conmigo tras él. Cuando menos lo pensé, había terminado el tiempo acordado entre Gota y yo para cambiar de turno de cuidar al pequeño.

Fuimos a donde ella y tomó al bebé de la mano mientras yo terminaba de hacer la compra. Una vez que terminé me fui acercando al acceso de la tienda. A la hora acordada nos reunimos en la entrada y enfilamos al coche.

En el trayecto le pregunté por el comportamiento del niño.
Me comentó que, caminando por los pasillos, terminaron en la sección de juguetes y que Borlo había insistido en subirse a un cochecito eléctrico rojo. “¿Y lo dejaste subirse?” le pregunté. “No”, me contestó ella y concluyo diciéndome: “creo que Borlito debe aprender a respetar las cosas ajenas”.
Sin ponernos de acuerdo, mi esposa y yo le dimos al pequeño un ejemplo de lo que creemos que debe hacerse con respecto a la educación de los hijos: respetar los bienes ajenos. Claro que habíamos conversado antes acerca de la importancia de cuidar las cosas de los demás, tal vez eso fue la pauta para que reaccionáramos del mismo modo para con el bebé.
Es claro que en muchas tiendas los objetos en exhibición pueden ser manipulados por las personas, y en tales casos puede actuarse diferente, pero creo que no es en la mayoría, y menos en una tienda departamental.

Lo que concluyo con esto es que mi esposa y yo, esa vez, empujamos el coche en la misma dirección.
Hacia un mismo rumbo, y no cada quién por su lado. Y no fue casualidad, fue resultado de una meditación previa, de una reflexión que habíamos platicado algunos meses antes.
Nos dio mucho gusto percatarnos de eso, tanto ella como yo pensamos que la consistencia entre los padres es algo muy positivo para una sana educación de los hijos. Y trataremos de seguir haciéndolo en cualquier lugar y situación posibles.

¿Y tú platicas con tu cónyuge acerca de cómo actuarán ambos con sus hijos?
¿Uno estira y el otro afloja?

___________________________________________________________________________

Si te agradó este artículo...

Suscríbete gratis a Ya Eres Papá para recibir nuevos artículos.

Por favor comparte este artículo en tu Facebook o en Twitter.

03 febrero 2011

¿Todos los hijos son iguales?

Esta es una pregunta que casi siempre va acompañada de alguna emoción, asombro, indignación, esperanza, justificación, etc. emociones que dependen del punto de vista del que cuestiona. Además es una pregunta que no se escucha mucho en voz de alguien, sino que se hace sólo mentalmente, en nuestro interior.

Como padres, cuando no nos fijamos en este aspecto, es fácil perderse en el cúmulo de experiencias cotidianas con los hijos y, en algún momento, ser  injusto con alguno de ellos. Puede ser involuntariamente o, tristemente también puede ser intencionalmente.
Ambas experiencias de injusticia, deliberadas o no, marcan a los hijos. Y comienza en ellos a gestarse en ellos las preguntas obligadas: “¿porqué a mi?”, “¿porqué él primero?”, “¿porqué yo no?” y muchas otras más.

¿Porqué es importante hablar de la justicia en los hijos? Porque es un tema importantísimo en una familia. Parece obvio que le damos la importancia, pero cuando aceptamos la realidad de los hijos, pocas veces nos ponemos a pensar en la forma en la que vamos a tratarlos. Sí, pensamos en darles todo a cada uno, darles lo mejor. Nos enfocamos en darles y darles, y nos olvidamos del cómo hacer que sea justo el bien material, o el bien afectivo, o cualquier tipo de bien y/o valor.
¿Porqué un padre o madre tiene preferencias por alguno de sus hijos? Por múltiples razones que afectaron o afectan a los papás, por costumbre, herencia, prejuicios, tipo de educación; en fin, muchísimos factores que son tema para muchos más posts.

Indudablemente que los padres debemos tratar por igual a cada uno de los hijos, darles su lugar y respetar su individualidad, ellos percibirán ese sentido de justicia y seguramente seguirán su ejemplo. Tal vez no es muy evidente, pero muchos de los problemas de nuestra sociedad provienen de hijos que no recibieron un buen ejemplo de igualdad.

¿Y tú como tratas a tus hijos? ¿Alguna vez sentiste que no te trataban igual?

___________________________________________________________________________

Si te agradó este artículo...

Suscríbete gratis a Ya Eres Papá para recibir nuevos artículos.

Por favor comparte este artículo en tu Facebook o en Twitter.

¡Compartir!

Twitter Delicious Facebook Digg Stumbleupon Favorites More